sábado, 18 de agosto de 2018

Como Niños

Muchos idealizan la condición de la niñez a razón de la predilección de Jesús por los niños. Sin embargo si nos detenemos a mirar con diligencia los Evangelio que nos hablan al respecto y revisamos cada una de sus citas, nos daremos cuenta que el Maestro jamás dijo que el adulto debería retornara a la infancia, para ser parte del Reino.

Tampoco privilegió la infancia como condición espiritual ideal.

Craso error de muchos pensar que Jesús quiere que volvamos a condición anterior. Más bien la propuesta del de Nazaret es que a la medida en que naturalmente vayamos transitando los distintos estadios de la vida, no perdamos al dejar atrás uno, lo mejor que hay en el anterior.
Lo que sí dijo Jesús fue que, el Reino de los cielos es de aquellos que son “como niños”.
Madurar no significa dejar de lado lo mejor de nuestra naturaleza, de nuestra condición más pura que estuvo dada en la primera etapa de nuestro existir: la infancia.

Madurar significa ver con ojos de Dios el mundo, la realidad, la existencia misma. La mirada de Dios es como el  mirar de un niño. 

El mirar del niño está lleno de: Esperanza, Ilusión, Asombro, Sorpresa, Entusiasmo, Anhelo y Ternura, Curiosidad, Búsqueda, Bondad…
No, yo no quiero volver a ser niño.

Esa etapa en mí ya quedó atrás. Sin embargo quiero madurar con la madurez de la infancia que es capaz de seguir soñando, de mantener la confianza y no desfallecer puesto que, se tiene la certeza que el peregrinar por el mundo no se da en ausencia o soledad; sino que Dios toma de la mano como un padre o una madre lleva de su mano al fruto de sus entrañas.


“No, no quiero volver a ser niño,
sino "Ser como niño".
Con el corazón que se deja maravillar y sorprender
por lo bello de la vida  y
con el alma abierta a la eternidad en el Amor”.


Yerko Reyes Benavides

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