martes, 7 de agosto de 2018

Caminar sobre las Aguas

Un día cualquiera, 
no era alguno especial,
decidiste hacer un camino no convencional.

En vez de tus pies posarlos sobre tierra,
quisiste, esta vez, hacerlos pisar las aguas,
y entre el vaivén de las olas echaste a caminar.

Esperaste que fuera de noche,
a tus discípulos en la barca enviaste,
les dijiste. "Al rato los alcanzo, adelante";
ninguno en aquel bote imaginó
que en medio del lago 
a su Señor iban a ver llegar,
no en otro barco, 
sino caminando entre las olas del mar.

Un fantasma, o quizá una aparición,
¡No! grité, es Jesús, nuestro Maestro y Señor:
Él viene a nosotros, sobre el agua andando.

No pude resistir, y dije:
"Mándame ir a ti".
Tu respondiste: 
"Ven", llega a mi.

Con lo que no conté, fue que mi falta de fe
no alcanzó para dar dos pasos hacia Él,
y grité:
“Me hundo, ¡Sálvame, Señor!”

Tendió su mano y me rescató
hundido ya estaba, preso del miedo
y aunque nadar sabía, y en el mar había crecido,
aquel día, intentando caminar sobre las agua todo se me olvidó.


Hoy recuerdo aquella madrugada,
cuando Jesús su mano me extendió
no para de las aguas liberarme,
sino sacarme de mi desconfianza
de las seguridades a las que aferrado estaba,
de la fe en falta que a ninguna parte me llevaba.

Cuando despuntaba el alba, 
despertó en mí la confianza
amaneció, 
alboreó en mi la fe que anhelaba
de no volver a dudar jamás 
del poder que tiene aquel,
quién en Él confía, 
y se lanza lleno de seguridad en sus palabras
a vivir la vida que el da en abundancia.

Si me preguntas: 
¿Volviste a caminar sobre el agua?
¿Al menos lo intentaste?
Te diré: "jamás".

No volví si quiera a pensarlo
mucho menos a intentarlo,
puesto que Jesús no me quería caminando sobre aguas,
sino recorriendo mi existencia,
para la suya encontrar en la mía:
dentro del mar de mi alma
y en el océano del corazón de mis hermanos y hermanas.

Yerko Reyes Benavides

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