jueves, 8 de febrero de 2018

Feliz el día por el que por mí pasaste

No mires con tristeza, el día por el que por ti pasó,
y,  ya hoy es un pasado que huellas en ti dejó.

Tu historia no es ajena al plan de Dios,
aunque en tristeza y desolación te hayas
visto en más de una ocasión.

La vida no tiene sentido, ni se pregunta por él,
hasta que se pierde el deseo de vivir; ahí, justo ahí aparece:
¿Qué sentido tiene vivir?

¡Oh aquellos días!
Oscuros como la noche sin luna,
amargos como los días sin sol,
lo que antes hacía suspirar,
en un instante hace llorar.
¿Qué sentido tiene vivir?
Los pasos de aquel presente que prolongado se volvió
por no poder dormir, ahora son un recuerdo.

Feliz el día por el que por mí pasaste.

En angustia, tristeza y soledad
se ve mejor que la vida, para que valga ser vivida
un sentido ha de tener, un propósito, una razón, que,
es más que un simple dejarse llevar por las días,
de un calendario que en el ocaso se le arranca
una hoja más de un día que se fue.

No mires con vergüenza o con pena
tus momentos de depresión, lo vividos ya
o los que de ves en cuando distraído tocan una vez más
las puertas de tu alma.

No tengas pena de tus no vivir,
sólo en la muerte surge la vida;
esa que es para siempre,
aunque se vuelva a morir.

Jesús, el amado, la vivió y,
ese que era el mismo Dios;
el Dios con nosotros, tres días de sepulcro y muerte,
para abrirse paso a la vida sin fin.
El vivir en plenitud que tantas veces
el con convicción anunció
aunque nadie entendió.

Sólo el que muere,
como la semilla en la tierra sembrada,
puede levantarse frondoso, como árbol
en el desierto de las soledades de otros
y cobijar en su sombra a los que agobiados de soledades vienen.

La tristeza y la soledad,
las lágrimas de dolor:
los sin sentidos,
sin razón ni un por qué,
sólo pueden ser recogidas
por aquellos que una muerte han vivido
y de ella, han salido.

Talento, tu depresión fue,
para que por la pena de un no saber
pudiera nacer un nuevo ser que,
transfigura, como el de Jesús, su rostro
para  ser luz de un amanecer
para los que llevan un no ser;
para ser inspiración a los que en las aguas tortuosas
andan en un no saber qué hacer.

Ahora, si, vivo, ahora sí, aunque de vez en cuando vuelva,
mira hacia atrás: ya pasó,
la muerte por ti transitó, y
saliste, si, saliste siento tú,
más no igual, el mismo y diferente;
tu no ser, logro trasformar a tu ser,
virtuoso de amor, de comprensión y compasión.

Lo que un día arrancaba suspiros de dolor
hoy vuelve a ti en suspiros de sueños de amor.

Feliz el día que a la puerta de mi corazón
tocó la depresión; porque por ella tuve que morir
para vivir.

Feliz el día por el que por mí pasaste.

Yerko Reyes Benavides

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