sábado, 4 de marzo de 2023

Lamento

Amado Señor,
tan cercano, tan distante, 
tan presente y tan ausente;
allegado al yugo del destierro,
mi corazón se pierde en el desierto, 
agostado quedó y sin fuerza, 
tú senda en mi se vuelve cuesta. 

Desesperanza es mi lamento,
me invade la noche y lo incierto, 
el quererte, el no tenerte,
el desconsuelo me envuelve;
no quedan alabanzas en tu templo,
el anhelo de tu incienso está en mi adentro.

Grito tu nombre: 
Pastor, pescador,
maestro, Señor;
silencio, no hay ruido,
suspiro, ni un sólo gemido:
el ruiseñor detiene su canto 
el viento en mi no extiende su manto. 

Amado mío, 
¿Adónde caminas? 
ven aprisa, vuelve a mi,
no dejes mi ser en ruinas:
sollozante de tus favores ,
sediento de tus amores.

Basta de este anochecer somero, 
en el amanecer te espero,
tu aroma es mi desvelo,
entre tus brazos me renuevo:
el latir de pecho, Amado,
es el todo, 
y mi consuelo.
Amén 

Yerko Reyes Benavides




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