El perdón un tema espinoso pero necesario de plantearse de tanto en tanto, ya que interpela un aspecto de nuestra vida interior que en ciertas ocasiones permanece a puerta cerrada y con la cerradura echada.
Para este escrito he querido recoger una serie de notas y apuntes, hechos a mano alzada, a través de algún tiempo reflexionado sobre el tema y la propia experiencia.
Estás Notas a mano alzada no quieren ser una cátedra ni una apología a la virtud teológica del perdón, sino ideas, ecos que resuenen en el interior y que inspiren un descubrir, un darse cuentan, una excusa para abrir aquella puerta donde están contenidos los perdones dados y los que se han retenido.
“Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguno, perdónenlo, para que también su Padre que está el cielo les perdone a ustedes sus pecados” .
(Marcos 11,25)
- El perdón no depende de que el otro cambie o enmiende sus acciones. Perdonar no es esperar el arrepentimiento del otro o su transformación, sino cambiar tu y dar vuelta a la página donde quedaron apuntadas las huellas de tus heridas infringidas en ti, y comenzar a escribir una nueva página de vida, dejando atrás lo que en algún momento pudo lastimarte.
- Perdonar es darle la oportunidad al corazón para seguir adelante él intuye mejor el camino y lo que está dos pasos más allá del resentimiento y la frustración.
- Jesús en su llamado a la reconocía y su invitación permanente al perdón no significó en ellos que te quedarás anclado a situaciones que te sigan haciendo daño o a personas que insisten en lastimarte o perjudicarte. Puedes perdonar y también alejarte y dar por concluido lo que no te edifica ni procura tu bien.
“Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”.
(Efesios 4,32)
- Perdonar no es olvidar pero tampoco es seguir recordando; es abrir el pensamiento, permitirle descubrir un porvenir distinto y avocarse a realizarlo más que insistir en el sufrimiento.
- Perdonar es hacer lo que no se espera en un mundo que no tiene al perdón como su valor y se muestra cada vez más inmisericorde.
“El nos libró del dominio de la oscuridad y nos traslado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención, el perdón de los pescado”.
(Colosenses 1,13-14)
- Perdonar es quererte a ti mismo, pues el perdón necesita del amor propio para sublimar el orgullo que lo niega”
“Yo soy el que por amor a mi mismo borra tus transgresiones y no se acuerda más de tus pecados”.
(Isaías 43,25)
- Perdonar es parecerte más a tu Padre del cielo, quien sin importar el tamaño del pecado su amor es siempre mayor, en el que perdón es su don.
“Si tú, Señor, tomarás en cuenta los pecados, ¿quién, Oh Dios, sería declarado inocente? Pero de ti procede el perdón y así infundes respeto” .
(Salmo 130,3-4)
- Perdonar es casi siempre un imposible que sólo se hace posible, bajo la gracia y la acción misericordiosa de Dios.
“Señor, si mi hermano me ofende: ¿Cuántas veces he de perdonarlo? ¿Hasta siete veces? ‘No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”.
(Mateo 18,21-22)
Un apunte de cierre que no quiere ser un punto y final sino un punto y seguido en ti, en quien estás notas resuenan como un eco de inspiración.
El perdón, como se ha inferido tiene que ver más con la persona que lo consiente, lo acoge y lo expresa en sí, que con quien lo recibe. Al perdonar reconocemos nuestra propia vulnerabilidad y aceptamos con humildad la humanidad propia a la de los demás.
El perdón como moción del alma, concebida en el corazón y aceptada por la razón, más allá de toda lógica, propicia dejar ir el Ego y, abrirse y confiar en algo más grande que uno mismo. Implica ser consciente del proceso de transformación personal necesario y perseverar en la intervención decidida del interior al que se le van incorporando como criterios y parámetros de vida la compasión, la generosidad, la empatía, el amor incondicional, la humildad y la aceptación.
Así el perdón no será ni un sacrificio ni un signo de debilidad, sino al contrario, un acto sagrado de valentía, de liberación y de da sanación en unidad a Dios Padre de amor y misericordia.
Yerko Reyes Benavides
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