viernes, 28 de enero de 2022

"Obligado ni al Cielo"

Un refrán reza: “Obligado ni al cielo” y está categórica afirmación, me lleva a preguntarme en mis tardes de meditación, cuando mis pensamientos se pasean sin destino fijo, por los océanos insondables de los misterios del Creador: ¿A quién le gusta vincularse por obligación u obligando una relación, cualquiera que sea? Los autócratas y tiranos, los dictadores, déspotas y opresores, encajan en este perfil.

Y avanzo en la reflexión: Básicamente, hay dos tipos de obligación: la obligación por imposición, en la que la voluntad no tiene cabida y la obediencia se inculca por coacción y, la segunda, la obligación moral, que tiene lugar en un acto de conciencia ante las responsabilidades, las necesidades y los compromisos asumidos por oficio, vocación o servicio.


Tropiezo, además, en mis divagaciones con aquella máxima que dice: “El que obedece no se equivoca”, sin embargo, a mi modo de entender este asunto, se erra dos veces. Una, al creer que no se es responsable de los actos y consecuencias de la obediencia, y por ellos se ha de responder; y dos, pensar que se encontrará justificación en la obediencia sin consciencia.

No hay ley que esté por encima del bien y la bondad, la libertad y la conciencia. Y aunque esto pueda sonar discordante, ni si quiera el mandamiento del amor, en cuanto ley y norma, puede ser impuesto.

El amor no es una obligación, sino un acto de la voluntad que hunde sus bases en la libertad y en la conciencia del bien. En los sentimientos encuentra las formas de manifestarse en la riqueza de sus múltiples expresiones y en el aprendizaje la manera de sostenerse en el tiempo.
Decir que el amor es tan sólo un sentimiento es tan peligroso como decir que el amar es una necesidad u obligación.
No veo a Dios complaciéndose de amores por obediencia, ni tampoco puedo concebir que Dios imponga su amor por obligación. Y aunque esta afirmación encuentre coincidencia en tu forma de pensar, ha habido, y siguen habiendo sistemas y estructuras que solapadamente cabalgan sobre la imposición como manera de relacionarse con Dios.

Donde quiera que haya tiranía, surgirán actos de rebeldía y rebelión, y la búsqueda y conquista de la libertad; aunque esto implique declarar la “muerte de Dios” (ateísmo).

Me alivia en la meditación, que Dios es Dios independientemente de lo pensemos de él, o la manera como lo presentamos a los demás. Y digan, lo que digan de él: “Dios es y sigue siendo Amor” (Cfr. 1Jn 4,8) y en él no hay obligación, ni por necesidad ni por imposición.

Respiran de nuevo en sosiego el alma, el corazón y la mente, pues pueden amar a Dios y ser amados por Él en plena libertad.

Yerko Reyes Benavides

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