Envuélveme María entre tus brazos,
cobíjame en tu regazo,
ocúltame en tu mirar apasionado,
para poder llegar a tocar el rostro del Amado
con la ternura de tus límpidas manos.
Atrápame entre tus amores,Amén
que sea el encanto de tu voz de Madre
quien me llame,
y te vuelvas de mi alma,
lucero perseverante,
de un nuevo amanecer.
No dejes,
Dulce Muchacha de Nazaret,
que de ti me aleje,
pues de tus gracias y virtudes
estoy necesitado,
para alcanzar el cielo deseado,
al que me llevas con delicadeza,
cuando susurras la nobleza
de tu corazón en Dios enamorado.
Escóndeme Madre del Señor
entre los suspiros de tu corazón,
y renueva en mi la ilusión,
de mantener firme el timón,
aun cuando llegado el ocaso,
falten en el firmamento
la luna y las estrellas.
Se tú, lucero del alba,
Virgen Madre amada,
la inspiración que me guía,
fortaleza en la debilidad,
amable y tierna consejera,
la convicción que me recuerda
que no hay mayor grandeza
que ser del Señor
su humilde servidor.
Delicada flor de mi alma,
de mi espíritu suave fragancia,
Niña mía
a quien mi ser ama
con devota entrega,
haz que tu nombre esté siempre en mis labios
para que tu amor sea la ofrenda,
que entreguen mis manos.
Yerko Reyes Benavides
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