En la Epifanía del Señor
AménHoy quiero a través de esta acción presentarte, Señor, el tesoro que para ti guarda mi corazón; que puesto a los pies del Niño Dios, no es más que mi humilde y sentida oración.En este día de Epifanía, es mi deseo y no un anhelo, levantar mis manos al cielo y con mi alma, mente y corazón en ello, bendecir, en el nombre del Señor hecho hombre, a cada niño y niña amados en tu Amor.Bendecir con todo mi ser y con el don que me viene de alto, a cada bebé concebido, semilla de vida divina sembrada en jardín fecundo de madre, su vida en gestación es la expresión más tierna y hermosa que nos hace semejantes a Dios.Te bendigo niño mío, te bendigo niña de mis ojos, en ti que aún no has nacido contemplo a Jesús y también a María, la gracia que en tu pecho reposa, fresca como agua de rocío, la esparces entre nosotros directa de las manos de Dios.Con mis ojos hoy detenidos ante ti mi Niño Dios, y con pesar de digo, mi regalo no es oro pues no tengo, tampoco plata que no poseo, ni si quiera mirra; más en este presente no está ausente el perfume delicado que impregna el único tesoro que paseo:Bendecirte, mi Bien Amado, en cada niño y niña y comprometerme a proteger su corazón.Mi rodilla ahora se dobla ante ti mi Señor y te entrego mi tesoro: que cada niño sea hoy y siempre bendecido en tu gracia y en tu amor.
Yerko Reyes Benavides
No hay comentarios.:
Publicar un comentario