miércoles, 2 de febrero de 2022

Arrojo

En la intimidad de tu silencio, océano insondable de humildad, guardas y meditas, Virgen Madre, llena de ternura y admiración, el misterio del Señor confiado a tu corazón.

No es tan solo un servicio, de esos que se presta en ocasión, es una misión, la más importante a nadie confiada, amar al que es Amor, velar en humana condición al que es la Redención.

Y fue tu tentación quedarte con él, mas no lo encierras para siempre, ganas tienes de tirar la llave y esconderte, aunque cueste sabes, su camino no será sencillo y te preparas para que en tu mirada encuentre la razón que le haga falta.

Qué difícil te resulta en tu humana maternidad consentir, que aquel por quien la vida das, es el Dios de la Vida que la muerte enfrentará para dar vida a toda la humanidad.

Una espada desgarra tu corazón, pero ahora no es tiempo del dolor, sino vestir el alma del resplandor del Dios humanado que es la luz que brilla eternamente en los que ama.

Dame Madre de Dios, mi Dulce Virgen María, tu arrojo y valentía, para contigo poner en el ara del Señor, mi vida entera y todo mi amor.
Amén

Yerko Reyes Benavides

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