viernes, 20 de abril de 2018

Mirar y ser mirado


Por su puesto que conoces la referencia bíblica en la que se sustenta esta afirmación. No dejamos de lado que nuestra más grande y principal inspiración, la fuente y el centro de nuestra vida espiritual es Jesucristo y el manantial de agua fresca que renueva nuestra fe, confianza y esperanza es definitivamente el Evangelio.

Aunque parecida, no es igual, no se trata de recibir, no se trata de lo que provocas en los otros, sino lo que ocasionas tú, en ti mismo. Ere tú la medida de la gracias que concibes y contemplas, o la desgracia que provocas y ocasiones para ti y los demás. 

No puedes seguir buscando fuero lo que está dentro de ti mismo. Aquí volvemos nuestros pasos por el descubrir espiritual de San Agustín que en sus Confesiones, no sólo sugiere, sino que categóricamente afirma, el error que mantuvo gran parte de su vida, motivado por las cosas de este mundo, buscando su sentido, en ellas, y no en su hacedor. Dramático se hizo la búsqueda cuando quiso entender el sentido propio de su ser y de su existir. 

Ahí se encuentra con la angustia de no poder encontrar en nada la explicación. Más su alma no estaba habida de argumentos sino de sentirse amada, reconciliada, promovida y proyectada, lanzada por la gracia al infinito a la trascendencia. 

Estamos, a veces tan "extroyectados", es decir lanzados a lo externo, que todo lo que acontece en nuestro interior lo atruibuimos a la influencia que tiene el mundo, sus prerrogativas, sus intereses, sus acciones e inculos sus reaacciones. Y cuando, no le atribuimos, la responsabilidad de lo que nos acotnece, de las cirucunstacias que pasamos, al mundo, se las atribuimos a las fuerzas del mal o de la osucridad. Decimos, y así nos justificasmo: "debiles somos y la tentación del tentador es fuerte y, sucumbimos". 

Yo no es tan valida, hoy día, aquella famosa afirmación del filosofo Ortega y Gaset en que define al ser como una consecuencuencia: "Yo soy yo y mis circunstancias". Así le da el pensador español, poder y autoridad al entorno para que intervenga en un ambietne que no le compete: "la esencia que hace ser y no ser otra cosas sino eso". El ser sólo se vera afectado en la decisión, consciente o no de dejarse o no definir por lo externo, aunque en definitiva no tenga verdadera incidencia.

¿Pero que pasa con Dios que actúa desde lo externo?

Premisa de una lógica errada. Si nos vamos a los principios regulativos de la lógica, cuando una de las premisas es falsa la conclusión será igualmetne falsa. Demos por sentado que esto es así, entnces si partimos de la premisa mensionada, llegarems a la conclusión de que Dios es ajeno al ser humano, y su distencia lo pone en otro plano. 

Necesario será que nuestra espíritu transite los caminos de la interioridad para descubrir que la Acción de Dios no se da en lo externo, sino adentro del ser humano, en lo más intimo de su intimidad. Citemos una vez más el tan ya famoso y aun no del todo aprovechado texto de San Agustín: 
¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé!
Tú estabas dentro de mí, y yo fuera, y por fuera te buscaba, y me lanzaba sobre las cosas hermosas creadas por Ti.
Tú estabas conmigo y yo no estaba contigo.

Me retenían lejos de Ti todas las cosas, aunque, si no estuviesen en Ti, nada serían.
Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera. Brillaste y resplandeciste y pusiste en fuga mi ceguera.
Exhalaste tu perfume y respiré y suspiro por Ti.
Gusté de Ti y siento hambre y sed.
Me tocaste y me abraso en tu paz.
Lo externo sólo afectara lo interno según el permiso que le demos a aquello que nos afecte. Ten presente que acá no estamos haciendo ninguna valoración moral, no estamos hablando de lo bueno o lo malo, de lo correcto o lo incorrecto. Las cosas afectan, según el la fuerza que le dejemos que lo hagan a final de cuentas, quien es el pensante, el que tienen el razonamiento y los juicios, los valores y los principio, los afectos y emociones, quien es el "Consciente" de cuanto acontecen, no es el ambiente sino el ser humano.

Quizá te sorprendió la conclusión de la premisa que utilizamos en la imagen; la lógica llevaba daba otra posibilidad, la más consecuente con la afirmación antecedente, y más puesto que al leerla inmediatamente tuvimos la tentación de compararla con la consabida evangélica:
"Con la vara que midas, serás medido"
Reza la afirmación bíblica. 

Sin embargo acá no se trata de juicios, valores, apreciaciones; sino de la aceptación y aprobación, de las actitudes con las que vamos y nos reaccionamos con lo externo, las decisiones que tomamos y la manera como nos "dejamos determinar por estas" entregándoles la facultad de decidir a otros, evadiendo y evitando la que nos compete: 
"ser protagonistas de nuestro propio ser, de nuestro propio vivir"
Este pequeño trozo nos ha hecho detenernos no un segundo en la contemplación de una verdad que lastima, puesto que es más fácil atribuirle las penas y sufriientos que padecemos a otros que asumir que lo que no nos hace sufrir es en definitiva lo que decidimos que afecte, impacte, golpee y destruya nuestro mundo interior. Y sin embargo ahí, sigue Dios recogiendo los pedazos.
"Con la mirada que mires, te sentirás mirado"
Si miras con "ternura", serás mirado con ternura.
Si miras con "gracia", la gracia te será devuelta.
Si miras con "alegría", sonrisas verás por todos lados, la sonrisa será tuya.
Si miras con "bondad, serás mirado con bondad.
Si miras con generosidad", generosa será la mirada con la que seas mirado.
Si miras con atención, atenciones recibirás de vuelta y, con creces.
Si miras con amor; ¡Ay si mirarás con Amor! El mundo se rendiría a tus pies.

Yerko Reyes Benavides 

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