Amado Jesús, amigo fiel, te haces siempre presente aunque en los vaivenes de este vivir displicente, mi corazón de tus bondades se sienta por momentos ausente.Amén
No me abandones, aun cuando en este andar mío, mis pasos me hayan de llevar, por áridos desiertos de desesperanzas y a surcar izadas montañas de desconfianzas.
Mi Buen Dios, estás ahí, aunque mis ojos no puedan dibujar en el corazón la silueta de tu amor; sé que estás ahí, aunque mis oídos no den cuenta de tu canto animoso, que llama al alma hálito de mi humanidad, a abrazarse en ternura a tu divinidad.
Caricia es para mí este anhelo mío de quererte tan cerca de mí; deseo, y no es vanidad de mi parte, impregnarme por entero del perfume de tu eternidad, incienso que me hace sentir que ya estoy corriendo, gacela en libertad, las praderas de tu bondad.
Amado mío, ven pronto; no dilates más la compasión que llega desbordada entre tus manos, absolución y reconciliación; ventana abierta por la que mi ser escapa y abre sus alas en vuelo, para acariciar por siempre el cielo.
Yerko Reyes Benavides
No hay comentarios.:
Publicar un comentario