Vamos llegando al
final de esta primera fase de la propuesta de Espiritualidad de la Ternura. A
través de esta herramienta de “Mirar la vida con los ojos de un niño”. Nos ha
permitido, pensar como niños, sentir como niños, pero sobre todo redescubrir la
Ternura del Amor de Dios que, está acompañándonos en todo momento.
Ha sido una experiencia maravillosa hacer este trabajo, la
serie “Volver a ser niños” en lo personal me ha dejado grandes lecciones.
Lecciones que aprendí no en los libros de texto de la Teología o de la
Psicología o de las Ciencias Humanas en general, incluyendo la Filosofía o
incluso la Espiritualidad.
Estas lecciones de Volver a Ser niños, vienen de la
observación personal de los grandes maestros de espiritualidad que han sido
para los niños. Ellos han jugado papel fundamental en el fortalecimiento de un
fe más auténtica y cada vez menos rígida;
más expectante que ya resuelta; más anhelante por lo que está por
descubrirse que lo que ya se descubrió.
Las frases que han acompañado las imágenes, en su mayoría
provienen originalmente de un niño o niña que de alguna manera ha compartido
conmigo su vivencia, su sentir, su mirar y actuar en la vida. Por eso, cada
fotografía ha sido cuidadosamente seleccionada para que cuente una historia, esa historia, la historia
que va más de la frase en cuestión.
De esta forma, frase e imagen juntas se convierte en una
ventana por la cual nos miramos a nosotros mismos de niños, y podamos sin hacer
un viaje en el tiempo volver a sentir que el mundo es un lugar hermoso para vivir,
que lo único que necesita es la visión de un niño para transformar la oscuridad
en claridad, lo negro-blanco- gris en un arcoíris multicolor; y el amor, sí, el
amor, en un camino que vale la pena seguir explorando a pesar de las tristes o
malas experiencias pasadas; pero esta vez, está re-exploración es de la mano de Dios.
Volver a ser como niños, nos acompañará en nuestro
itinerario espiritual hasta el mismo comienzo de la cuaresma. Durante esos
días, venideros de un tiempo litúrgico diferente, tendremos otras herramientas para mover, a veces nuestra pesada y oxidada,
vida espiritual.
Por eso, y antes de que termine esta serie de meditaciones
cortas, recordemos por qué lo hicimos y para qué lo hicimos y lo seguiremos
haciendo: "Por el mandato de Jesús"
No podremos transmitir esperanzas en un Dios bueno, clemente
y amoroso, sino lo vemos con los ojos de un niño. Del niño que mira a su Padre con
alegría, ilusión, confianza, abandono, entrega, admiración, respeto, pero sobre
todo con el amor del que se siente amado y es capaz de corresponder en libertad
y espontaneidad.
No podremos salvar a otros niños si no rescatamos al niño o
niña interior que hay en nosotros y que es el heredero del Reino de los cielos.
Luego que termine la serie, me compromento a escribir
algunos artículos ahondando en el tema “forma” de la Espiritualidad de la
Ternura que tanto hemos leído en la que se inspiró está serie de imágenes compartidas.
Repito, aunque en cada frase hay un contenido teórico y
ninguna frase fue planteada sin un componente versado o bien en la filosofía, o
en la psicología, o en la antropología teológica, o en la teología o en la
espiritualidad como saber, o en todas y cada una de ellas; las frases
originales han sido expresadas por niños reales, niños y niñas no mayores de
ocho años y que he tenido la fortuna de estar ahí para recoger estas lecciones
de “profunda e informal” –que es la que más me agrada- Espiritualidad.
En nuestro itinerario espiritual –mentanoico- volveremos a visitar
a nuestro niño interior, más adelante, no lejanos en el tiempo, no sea que volvamos a la
rigidez de la “madurez”.
Yerko Reyes Benavides
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