jueves, 30 de julio de 2020

Enséñame

Enséñame, se Tú, Señor, el único Maestro de mi ser clandestino, en donde atesoro la inocencia y la pureza del vivir a tu amor rendido.

Enséñame, Peregrino de mi alma, toma mi mano, condúceme en la Verdad, instruye a mi espíritu anhelante, en los secretos de tu Corazón en bondad desbordado.

Enséñame, Jesús adorado, muéstrame una vez más la herida de tu costado, deja que en tu pecho repose mi corazón, de penas y desamores lastimado, en el latir de tu amor encontrará consuelo y será reconfortado.

Enséñeme, entrañable Amigo, a no perder la paciencia en las dificultades de cada día, ni a desesperarme ante las pruebas de la vida; otórgame la serenidad de tu confianza, para sobrellevar con templanza el yugo de tu amor.

Enséñame mi bien Amado, a abandonarme del todo y sin reservas a tu proveniencia; a confiar y espera todo de tu omnipotencia, y así libre ya de toda penitencia, pueda amarte en todo y todos sin más continencia.
Amén

Yerko Reyes Benavides

domingo, 26 de julio de 2020

Ligeros de Equipaje

La vida es un viaje que se hace ligero de equipaje. Seguramente en algún momento te has tropezado con esta frase o alguna otra semejante, has empatizado con ella, pero de ahí no has pasado. 

Un día mirando la televisión me quedé pensando, si una persona comprara tan sólo la mitad de las cosas que se ofrecen por este medio, no tendría lugar para almacenar tantas cosas que vienen con la “supuesta promesa” de hacer la vida más sencilla y por ende y también por suma, más feliz. 

Los armarios se va llenando de cacharros polvorientos; los closets de ropa que no se usa, los gabinetes de la cocina de aparatos que no hacen más rica la comida y la casa deja de ser un hogar para convertirse en un almacén, incluso de personas. 

El tener se vuelve una obsesión y a muchos les da prácticamente lo mismo si son cosas, títulos, dinero o personas. El acumular se vuelve el propósito del vivir y el buscar, el explorar, el crear e incluso el aprender se asume como actividades de fin de semana. 

Dos son las tentaciones a las que el hombre de hoy sucumbe fácilmente: darle importancia a lo que no tiene y pensar que lo que tiene lo define. En ambas situaciones la persona llena su equipaje de lo superfluo y se hace esclavo de lo que le es dado como recurso para realizar su viaje por la vida; el medio lo convierte en el fin de su existir y la felicidad se transforma en su mayor utopía. 

La búsqueda como acción define al ser humano; está escrita en su naturaleza, de puño de su Creador; es, en otras palabras, el ADN de su esencia biológica y espiritual. El ser humano no alcanzará la plenitud de su existencia si no es en constante, continua y perseverante búsqueda, incluso después de haber encontrado. 

La tercera tentación del hombre actual es dejar de buscar luego de haber encontrado. Quien cree que por estar ya casado no necesita seguir buscando enamorar y enamorarse de su esposo o esposa, hunde las bases de su vida familiar en la arena. El que piensa que ya no necesita seguir buscando luego de haberse titulado, termina prendiéndole velas al diploma que colgó en la pared; por mencionar un par de ejemplos. 

En el otro extremo de este hilo, están los que, ahora por moda o por tendencia se declaran abiertamente “imperfectos”. Me dan pánico y terror aquellos que se definen a sí mismos “orgulloso de ser imperfecto” o “imperfectamente feliz”. ¿En serio? 

Eso es sólo un pretexto para esconder la pereza de buscar, de crecer y anhelar ser cada vez mejores; de descubrir en su humanidad nuevas posibilidades para expresar su ser, su sentir y su existir; la desfachatez de exigir de los demás una inmerecida aceptación y la indolencia espiritual de ni si quiera hacer el más mínimo esfuerzo en la conversión personal. 

A los que transitan estos senderos, y los que fueron educados en la otra escuela, a todos hemos de recordarles que lo maravilloso del ser humano no es que sea imperfecto sino perfectible. Ser imperfecto no es argumento para la culpa o razón para el orgullo, en ambos casos la persona queda estancada, interiormente detenida, espiritualmente paralizada. 

El estancamiento espiritual que observaba Jesús en su tiempo, probablemente fue razón suficiente para que al hablar del Reino de los Cielos, lo presentara como uno de los mayores desafíos, que lo alcanza sólo aquel quien no ha renunciado a seguir buscando y el que no se ha sepultado bajo los escombros de unas posesiones que no le hacen cada vez más pesada la maleta. 


A propósito de esto, uno de los títulos que Jesús recibe en los Evangelios, y es quizá el menos reconocido pero el que más me gusta, es con el que Lucas lo identifica en el pasaje del Camino a Emaús; le llama “el Peregrino” (Cf Lc 24,18). Así como Jesús, somos peregrinos, estamos tan sólo de paso. 

Jesús a sí mismo se sabe de paso. No pretende ser rey (Cf Jn 6,15) y el Reino del que habló no pertenecía a este mundo (Cf Jn 18,36). Él no ha venido a quedarse, no ha querido si quiera que le pongan una tienda para alojarse (Cf Mt 17,4), su corazón no está apegado a las cosas de este mundo, aunque sabe que de lo que el hombre lo llena hablan sus labios y dice de sus acciones (Cf Lc 6,45). 

Él mismo está en búsqueda e insiste que el fundamento de la relación con el Padre Dios es pedir, buscar y tocar y en ello ser insistentes y perseverantes (Cf Mt 7,7-12). El propósito de su paso es la glorificación de Abbá -Papito/Papaito- a través de las palabras y las acciones (Cf Mt 6,15) y en la glorificación del Padre estará la suya propia como el Hijo del Hombre y unidos él también nosotros somos glorificados (Cf Jn 17,1-25). 

Jesús no habla de la “felicidad” puesto que no hay dicha en ganarse a sí mismo; el gozo y la realización están en la negación y en la entrega generosa de sí mismo: “nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13). 

Quien asume para sí un proyecto de vida tan grande, tan ambicioso, tan exigente y a la vez tan generoso, no puede sino andar ligero de equipaje y saberse de paso; sintiéndose peregrino por este mundo va llenando su maleta no sólo de buenas intenciones, sino de amores entregados que la hacen más ligera, pues la llena de vida. 
¿Cuánto pesa tu equipaje? 
Como un epílogo al devenir de esta reflexión: Si en algo nos ha de servir este tiempo atípico que estamos viviendo, es el de otorgarnos un ambiente –extremo, en algunos casos, trágico y doloroso en otros- para descubrir lo verdaderamente valioso de la vida y lo que es realmente fundamental en nuestra vida persona y, darnos además, un contexto idóneo para deshacernos de lo superfluo que, no son sólo cosas, sino también pensamientos, sentimientos y emociones; criterios, hábitos y apegos; vanidades, orgullos y soberbias. 

Yerko Reyes Benavides

sábado, 25 de julio de 2020

Padre

Padre, Dios infinito, no sólo estás más allá del cielo. Manifiestas tu existir eterno en este suelo pasajero, el que hiciste bendito por tu gracia.

Padre, te das en gracias y en amores; la misericordia te precede, en ella vida me diste, mas en tu bondad me engendraste para ser hijo de tu divinidad desbordada. 

Padre, que el aroma de tu divino existir, impregne mi vivir y guíe los pasos de caminar velado, al lugar donde te consagras en amores eternos. 

Padre, hijo tuyo soy, por tu amor derramado, por tu gracia desbordada, por bondad en mi otorgada; que hoy, mañana y siempre viva según al don que me diste, y que en este peregrinar piensa, sienta, diga y haga tu más grande, santa y perfecta voluntad. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

viernes, 24 de julio de 2020

En esos días

Hazte sentir, Señor, en esos días aciagos, cuando no intento encontrarme contigo y me escondo lejos de tu presencia; la oración se hace amarga en los labios y me quedo en la soledad de mis silencios. 

Hazte presente, Señor, cuando la desolación irrumpe sin invitación y este corazón que a ti pertenece, se dispersa lejos de tu amor y se abate en la angustia, la tristeza y el dolor. 

Hazte cercano, Señor, cuando el vacío llega y la ilusión de en ti esperar se disipa; la duda sacude al alma y la prueba al espíritu, en tu amor siempre dispuesto, engaña. 

Hazte constante, Señor, cuando mi fe se encuentra herida, la confianza detenida y mi esperanza en tu promesa estremecida. 

Hazte insistente, Señor, en esos días en que el deseo desaparece y la ilusión se desvanece pues en esos días aunque no lo diga es cuando más te estoy necesitado.
Amén

Yerko Reyes Benavides

jueves, 23 de julio de 2020

Jaculatorias de Confianza

Señor Jesús, mi Dios y Señor,
de mi corazón el anhelado,
de mi alma el Amado:

Afiánzame en tu divinidad,
arráigame en tu majestad,
vivifícame en tu humanidad.

Resguárdame en tu bondad
protégeme con tu autoridad,
revísteme de tu seguridad.

Abrásame en tu benignidad
quebrántame en tu fidelidad
transfórmeme en tu sublimidad.

Instrúyeme en tu humildad,
condúceme en tu libertad,
libérame con tu verdad.

Revísteme de tu dignidad,
renuévame en tu santidad,
bendíceme con tu eternidad.
Amén

Yerko Reyes Benavides

miércoles, 22 de julio de 2020

María de Magdala

Cántico Espiritual 
de un Corazón en amor dado

María, "la Magdalena" te llamaban autores sagrados
para mencionar tu nombre que no era de agrado...
siempre en virtud del amado
que en su amor "divino"
perdonó a tu corazón de los demonios
que a tu alma atormentaban.
Fue de los sacros autores tu fama de pecadora.
¿Acaso no fue injustificadamente heredada?
O mejor, para no causar conmoción,
así la historia recordaría tu sumisión,
para no prendarse en la remisión
de un amor que de tu corazón a raudales
salía por tan ilustre Mesías, Redentor.

Lo cierto es que cuando te miro y contemplo,
mi corazón salta de emoción y de contento,
porque al fin encuentra un amor con que amar
sin pudor a un Dios hecho hombre que,
de caricias humanas también se hizo acreedor.

Tu mano en su pie,
tus lágrimas en su piel,
tus cabellos, tu mirada
sensual expresión del amor
no correspondido por hombre,
ahora en Dios encuentra su
su culmen, su éxtasis, su quicio;
y a él te entregas no en lujuria pero si,
en alma, corazón y vida.

Hermosa eres, mujer de Magdala,
tan hermosa que del Señor recibiste
el beso espiritual de su Resurrección.

Emocionada, incrédula, trémula,
corriste y te convertiste para siempre
en testigo del nuevo amanecer del amor
de un Señor que la tumba no contuvo y
a ti regalo su primicia de vida, porque así
como tú le amabas,
él a ti también te amaba.
Yerko Reyes Benavides 

sábado, 18 de julio de 2020

Te Busco

Te busco Señor, no he dejado de hacerlo, y aunque creo que te he encontrado, y a tu presencia he llegado, te mueves, avanzas, te adelantas; no quieres que me quede con un pequeño pedazo de tu existencia. 

Te busco, Señor, con ahínco voy tras tus huellas, las que pintas a lo largo de mi veleidad, y aunque me sienta desfallecer por el yugo que sobre mi reposa, no dejas que me detenga, me animas con la suave brisa de tu ternura que sutil acaricia mi deseo. 

Te busco, Señor, no hay descanso; día a día eres tú la primacía, de mi vida su encanto, sólo en tu gracia las piezas de mi existir toman forma y en ellas me revelas la intimidad de tu voluntad; no impones tu divinidad, sino que en amor te vas dando, día a día sublime y gentil por mi vas aguardando. 

Te busco, Señor, y no me detengo en mi empeño, ya que mientras respire en este existir limitado, la parte de mí que al cielo pertenece, se estremece en el anhelo de la plenitud que en ti recibe cuando en tu pecho me acoges y en tu amor uno contigo en el Padre me haces. 

Te busco, Señor, y este sentirte a ti velado, solo despierta el quererte con más fuerza, y esta pequeña parte que de ti descubro en cada día, me da el ímpetu que necesito para buscarte un día y otro día, todos los días, hasta que ya no me queden días sino sólo eternidad.
Amén

Yerko Reyes Benavides

viernes, 17 de julio de 2020

Tuyo Es

Tuyo, Señor, es mi vivir,
tuyo es mi sentir,
tuyo, también Señor, es de mi alma su gemir
cuando mi existir
se aparta de tu corazón su latir.

Tuyo Señor es mi pensar;
tuyo también es mi imaginar,
de mi espíritu su visualizar;
el encanto de mis ojos la belleza de tu eternidad contemplar.

Tuyo, Señor, es mi trabajar;
tuyo también es mi caminar,
de mis manos y mis pies su afanar:
en las praderas de tu compasión descansar.

Tuyo, Señor, es mi desear;
tuyo, también Señor, es mi soñar,
de mi corazón el anhelar:
la abundancia de tu divinidad humanada abrazar

Tuyo Señor es mi esperar,
tuyo, también Señor, es mi confiar
de mi ser la fuerza de su amar:
en alma trascendida tu plenitud alcanzar.
Amén

Yerko Reyes Benavides

jueves, 16 de julio de 2020

Jaculatoria a la Madre del Cielo



"Virgen María, 
flor hermosa del jardín de Dios, 
impregna nuestro corazón con el delicado aroma 
de tu celestial fragancia 
y abrázanos en la ternura de tu amor de Madre".

Reina del Cielo y Madre nuestra
Acompaña nuestro caminar por las sendas del Amor.

Dios te Salve María...

Yerko Reyes Benavides

miércoles, 15 de julio de 2020

Los Nombres de María

- Ejercicio Espiritual

Hace ya varios años, un día me encontraba en la casa de un amigo, obispo, mas no católico, conversábamos amenamente –lo recuerdo- en su despecho. 

Era una oficina con las características propias de ser la de un clérigo, es decir, en una de las paredes, de extremo a extremo y de piso a techo, lucía esplendoroso un librero en el que se intercalaban libros con imágenes de santos, la Virgen, Jesús y otros símbolos religiosos. 

A este punto, no logro hacer memoria del tema de conversación que nos ocupaba en ese instante. Lo que no voy a olvidar es que ese día despertó en mí la curiosidad por saber más sobre la Virgen María. 

No fue lo que conversábamos lo que incitó en mí esa curiosidad, de eso estoy seguro; fue algo más, una de esas cosas que pasan de forma tan fortuita que terminan no siendo una casualidad. 

La conversación que sosteníamos aquel día se desarrollaba tranquilamente, sin embargo, se vería interrumpida abruptamente, puesto que un improvisto aparecía que necesitaba de atención inmediata  y ocuparía parte del tiempo para nuestra reunión de mi amigo . 

A la espera y  solo ya en el despacho, un café y un ponqué dispuestos en la mesa, servían para distraer el transcurrir del tiempo; recuerdo haberme levantado atraído por los lomos de los libros dispuestos con cuidado y precisión en los entrepaños de aquel inmenso librero. 

De más está decir, que soy de esas personas que sienten un delicado placer al vagabundear por los títulos de los libros; tomarlos entre las manos, abrirlos y antes de ocupar los sentidos en el contenido, oler su peculiar fragancia, una que despierta a la imaginación antes que al intelecto. 

Ocupado en este menester de ir saltando de tomo en tomo, el título de un libro detuvo mi alegre brincoteo: Mil y un nombres de María Virgen. ¡Qué nombre para un libro! ¿De qué tratará? Fue lo que pensé en el momento. No lo iba a dejar pasar; directo al índice. Evidentemente se trataba de lo que el título ofrecía desde la portada: más de 1001 nombres –advocaciones - con los que se reconoce a la Madre de Dios.


Al principio, llamativa me resulto la información proporcionada por el libro en cuestión; tanto como para volver sobre el poco de café que aún quedaba y sentarme a hojearlo, sólo para caer en cuenta lo poco que sabía de María Madre de Jesucristo, nuestro Señor. 
Nuestra Señora del Carmen, Nuestra Señora de Fátima y también de Lourdes; Guadalupe y Akitá; Reina de la Paz y Madre de la Consolación. Dolorosa, del Socorro y Auxilio de los cristianos. Nuestra Señora de los Colores y también de la Sonrisa. Inmaculada Concepción y Corazón Inmaculado; Rosa Mística, Madre de Gracia, Chiquinquirá, Coromoto y Asunción. La Bella, las de las Cuarenta Horas y de los Pobres, Desata Nudos; Macarena. Nuestra Señora de la Luz, de la Sierra y la Cuevita. Nuestra Señora de los Remedios, la Salud y las Virtudes. Nuestra Señora de las Cruces y de las Angustias Coronada. Virgen de la Pobreza, Madre de la Esperanza y de la Caridad. Madre de la Regla y también Madre de la Leche. Virgen de la Nube, de El Cisne y el Panecillo. Nuestra Señora del Buen Aire, del Mar y del Pilar… la lista se hace larga, y al hacer este brevísimo repaso, garantizo que no se detiene al llegar a los mil y uno. 
Fue un desafío sólo leer el índice y una vergüenza descubrir que de todos esos nombres sólo reconocía algunos pocos –te aseguro, menos de los que probablemente tú has podido reconocer en esta pequeña muestra. 

No fue lo extraordinario del libro o lo novedoso de su contenido lo que lo fijó en mi memoria, sino lo que representó en mi relación con la Virgen María. 

Jesús en el Evangelio nos dice e impele: “busquen y encontrarán... porque todo el que busca, encuentra” y no es una obviedad, pues algunos ya dejaron de buscar y otros ni si quiera han comenzado o al menos lo han intentado. Sin embargo, esta máxima de Jesús, cuando de la Virgen se trata tiene otro matiz. 
Andaba buscando, sin saber qué, más cuando te encontré, supe que eras tú quien me andaba buscando, pues de mí te dejaste encontrar; Madre querida. 
Esta ha sido la característica que ha definido mi relación personal con la Santísima Virgen María, mi Dulce Muchacha de Nazaret. 

Para finalizar, te confieso que tuve la tentación de dejarte una lista de preguntas, tipo tarea, pero las quité de un plumazo, pues mi intención no es decirte qué pensar, sino que tú, amigo mío, salgas a buscar. 

Yerko Reyes Benavides

sábado, 11 de julio de 2020

Anhelo


En tus manos, Señor, está mi vida,
en tu voluntad descubro mi camino
y en tu corazón se haya mi destino.

Levanta, Señor, mi deseo de este suelo
que a mi existir mantiene prisionero,
pues en vigilia vive ya soñando la ternura de tu cielo.

Allana, Señor, los pliegues de mi alma
irriga los cauces de mi querencia,
haz que florezca en tu jardín mi existencia.

Guía, Señor, mi alma a la trascendencia
donde el ocaso a mi corazón es encanto,
y el amanecer a mi espíritu es descanso.

Respire, Señor, eternamente mi ser en tu existir,
sea tu bondad la razón de mi vivir
y mi amor en tu amor enteramente se pueda sumergir. 

Amén

Yerko Reyes  Benavides

miércoles, 8 de julio de 2020

Bienaventurado serás...

Bienaventurado serás si te agachas para entrar en la cueva de Belén y así ver a Jesús, hijo de Dios, en un pesebre, envuelto en pañales (Lucas 2, 1-20). 
Ternura de Dios, hecha carne de mi carne, acaricia mi corazón.
Bienaventurado serás si dejas que te cargue Jesús sobre sus hombros, te rescate de las tinieblas del pecado y te lleve a su rebaño. Él conoce sus ovejas y las suyas lo conocen. (Lc 15,4-6). 
Ternura de Dios, hecho Buen Pastor, carga mi corazón.
Bienaventurado será si te dejas perdonar por Jesús, quien nunca te condena. Su mano toma la tuya y te levanta para invitarte a no pecar más y seguirlo de cerca (Jn 8). 
Ternura de Dios, hecha perdón y misericordia, acaricia mi corazón.
Bienaventurado serás si te alimentas del pan y vino hechos carne y sangre de Jesús para la vida del mundo (Jn 6). 
Ternura de Dios, hecha alimento de vida eterna, nutre mi corazón.
Bienaventurado serás si dejas que Jesús fije su mirada en tus ojos y así sentir el amor tan grande que tiene (Mc 10, 17-20). Su mirada de cielo te recordará tu vocación, tu tierra y tu destino. 
Ternura de Dios, hecha mirada amorosa de Jesús, fija tus ojos en mi corazón.
Bienaventurado serás si sacias tu sed de la única agua que puede dar la vida eterna. No volverás a tener sed y de tu corazón saldrán ríos de agua viva (Jn 4, 10-15)


Bienaventurado serás si regresas a la casa del Padre y experimentas el abrazo de amoroso de quien te siempre te espera incondicionalmente (Lc 15, 20). 
Ternura de Dios, hecha acogida, abrazos y besos por el hijo perdido y encontrado, sana mi corazón.
Bienaventurado serás si escuchas y contemplas las lágrimas de Jesús por ti, porque no vives cómo Él quiere, porque "estás muerto". Él te quiere resucitar como a su amigo Lázaro (Jn 11,35). 
Ternura de Dios, hecha lágrimas de amor profundo y sincero, riega con tu amor mi corazón.
Bienaventurado serás si con humildad dejas que Jesús te lave los pies, te quite el polvo del camino y te enseñe la lección del servicio (Jn 13, 4-10). 
Ternura de Dios, hecha esclavo por amor a los hombres, haz mi corazón humilde como el tuyo.
Bienaventurado serás si avanzas hasta la cruz para contemplar a un Dios humillado, fijado en una cruz, cargando con los pecados del mundo (Jn 19). 
Ternura de Dios, hecha pecado por amor y salvación mía y la de todos los hombres, salva mi corazón.
Bienaventurado serás si permaneces bajo la cruz para recibir de Jesús el regalo más hermoso de un hijo: "He ahí a tu Madre"(Jn 19, 26). Sí, bienaventurado serás por siempre porque quien acoge a la Madre en su casa y en su corazón tiene asegurado el cielo. 
Ternura de Dios, hecho don precioso de la Madre, lleva mi corazón siempre a María y por ella a Jesús.
Por: P. Guillermo Serra, LC 
Fuente: la-oracion.com

martes, 7 de julio de 2020

Trazos para una Vida Orante

Cuántas no han sido las cosas que se han escrito sobre la oración, y podemos sin lugar a dudas afirmar, que la oración es eso que se ha dicho de ella; pero también es algo más. 

En la oración, como acción del alma, de la mente y del corazón, confluyen un sin fin de situaciones que acontecen en la persona y repercuten en lo más íntimo de su ser y en su relación con Dios. 

Esta realidad espiritual y lo que ella ocasiona, las solas palabras no la pueden abarcarla en su esencialidad, sólo pueden esbozar el sentido y el propósito de ella, y dar un motivo para procurar su experiencia. 

La oración es de “esa cosas” de las cuales se puede teorizar, conceptualizar, estructurar, metodizar y, sin embargo, nada de ello garantiza la eficacidad de la oración en su intención, propósito y finalidad sino se vuelve una práctica. 

A propósito de lo anterior, hay una pregunta que suele hacerse con bastante frecuencia: ¿Existe alguna fórmula eficaz para hacer oración? 

En una época en la que las recetas y los tutoriales están a la orden de día, y bajo el pretexto de no tener tiempo, pocos se aventuran a hacerse de la experiencia por propia práctica de aquello que se anhela: “La oración se aprende haciendo oración; “oren siempre y sin desfallecer”, en palabra de Jesús (Cf Lc 18, 1-8); y para ello no hay un método específico o un sistema exclusivo, sólo constancia y perseverancia. 

La vida orante, en estos tiempos, es un desafío que, lamentablemente pocos aceptan y por tanto la oración como práctica de vida escasea, incluso entre las personas religiosas que se avocan a los rezos (que si ofrecen una estructura y dinámica fijas). 


Hemos de reconocer, no obstante, que orar no es “cosa fácil”, inclusive los apóstoles de Jesús tuvieron la necesidad de pedir directrices: “Señor, enséñanos a orar como Juan enseñó a sus discípulos” (Lc 11,1). 

Por otra parte, no todo lo que se califica como oración termina siéndolo. El mismo Jesús recoge algunas prácticas que desvirtúan el sentido y el propósito de la oración (Cf Mt 6, 5-8). 

¿Cómo es que algo tan sencillo resulta tan complejo de realizar? 

Quizá la respuesta está en la misma pregunta. Padecemos el síndrome de Naamán el Sirio (Cf 2 Rey 1,1-19) desestimamos la simplicidad de un acto sustituyéndola por una acción más compleja, pensando que es la mejor opción. 

Orar es algo tan sencillo que terminamos desestimando su simplicidad y acaba resultándonos demasiado complejo como para realizarla.


¿Qué es, pues, la oración? 

Orar es el resultado de Amar. 

Quien ama busca las maneras de expresar lo que siente. La necesidad y la urgencia de entregar su sentimiento, lleva a la persona a darse toda ella en cada gesto, en cada palabra, en cada acción que realiza y a no sólo comunicar su sentir.
  
No se ama en el aire ni tampoco desde lo abstracto. Es imperativo al amor manifestarse y por tanto genera un lenguaje -conjunto de códigos y símbolos - por el cual se revela, se manifiesta, se transmite y se da.  

La oración es el lenguaje del alma para darse en amor al amado.

Hemos de tener presente en todo momento que la oración en sí misma es un medio y no un fin, y por ello su expresión será siempre creativa y ágil, diversa y a la vez única en cada persona y esto conlleva un proceso de descubrimiento y conocimiento que sólo se da a través de la práctica. 

Entonces la oración no se trata de ratos, aunque los necesita; no son palabras aunque las utilice, así como se aprovecha de los silencios cuando aparecen. Por otra parte, no se trata de una estructura, de  un sistema, de unas estrategia o unas técnicas,  aunque se valga de ellas. 

La oración nace de la vida y tiene a la vida como objeto de su ofrecimiento. La vida misma se vuelve oración, porque todo cuanto hay en ella se convierte en un acto de entrega y oblación, de gratitud y de alabanza, de disponibilidad y servicio, que convierte, transforma y cambia a la misma persona y a lo que la rodea. 

Así pues, si la oración es la consecuencia del amor; la libertad, la justicia y la paz serán la consecuencia de la oración.

Yerko Reyes Benavides

jueves, 2 de julio de 2020

Dios Compasivo

No era una imagen común, tampoco era un idea del todo establecida en la gente; pero, qué alegría da que de vez en cuando, sobre todo a los sufridos, a los que se esfuerzan, a los que saben lo que es un cuesta en la vida, se les diga con gran ternura: Dios, es Dios misericordioso; un Padre amoroso, comprensivo y compasivo, a quien poder acudir y en él encontrar consuelo, descanso y sosiego. 

Nadie sale ileso de este mundo, no sin antes haber derramado en él, algunas lágrimas de alegría y bastantes de dolor. 

No esperes a que hagamos una apología del sufrimiento. La pena, el dolor, el desconsuelo, el llanto, bajo ninguna circunstancia es el deseo de Dios para el ser humano. No es la voluntad del Todopoderoso que el hombre sufra y, lejos de su corazón está su muerte, ni si quiera para el impío o el pecador (Cf Ez 33,11). 

Aunque nos cueste reconocerlo, pues siempre andamos buscando un agente externo a quien hacer enteramente responsable de nuestra desgracia o infortunio –Dios o al diablo incluidos-, el sufrimiento, y por consecuencia la muerte, es una realidad enteramente humana y terrenal. 

Dios lo sabe, como también conoce las razones, las causas, los motivos del dolor. También está al tanto de la maldad y crueldad que hay en el corazón de algunos que lastiman, dañan, se aprovechan e incluso matan a sus hermanos, muchas veces sólo porque pueden. 

Igualmente es del dominio de Dios lo difícil, dura y sacrificada que se vuelve la vida para tantos. ¿Y ante esto puede quedarse impertérrito en su cielo, haciendo como si nada pasara en su creación y al hombre que tanto ama? 

No, obviamente, no. 

La idea y más que nada la necesidad de la intervención de Dios en el acontecer humano, dio como resultado una forma de concebir a Dios, más por deseo humano que por voluntad divina, imponente, guerrero y justiciero, vengativo y celoso, protector, dueño y señor de todo, inalcanzable y dominante (Cf. Sal 94,1; Job 5,17; Dt 5,11; Dt 4,24; Sal 68,6; Sal 146,9; Prov 3,11-12; Num 11, 1-3; Jos, 24,19; Nah 1,2; Is 13,11; Ap 3,19) … en ocasiones caprichoso, pero bueno, generoso y compasivo con el que le fuera fiel (Ex 34,6; Sal 86,15; Joel 2,13; Is 49,15-16; Lam 3,22; Neh 9,17; 1Rey 2,3-4)

Los textos sagrados antiguos dejan constancia de la férrea manera de hacer presente a Dios; sin embargo, también cuelan, una faceta de su divinidad muy diferente, casi inconveniente, y por eso fue tratada por los antiguos escritores sagrados con cierta sutileza para que no fuera borrada y se perdiera, y con la delicadeza del sembrador que sabe que al depositar en la tierra de la historia su semilla a su tiempo dará su fruto, de ella dejaron huella (*).


Y llegó la plenitud de los tiempos, el Dios esperado, vino al mundo en forma insospechada (Cf Jn 1), no fue el guerrero deseado, el rey entronado, sino el siervo consecuente, el Señor de bondades, en su mano no traía la espada de la venganza, ni mucho menos el cetro de la dominación; en sus manos estaba el ungüento del consuelo de Dios que infundía sanación a los corazones desgarrados. 

El hombre y la mujer sufrida; el ser humano oprimido por el peso de su pena, frustración, dolor y vergüenza, encuentra en la persona de Jesucristo, un refugio; un lugar de descanso, un remanso de paz, un manantial de bondad. 

Lo que no suele destacarse de este encuentro, es que en él acontece un inusitado intercambio, él toma sobre su espalda nuestro dolor y nos entrega el “yugo” de su amor. El sufrimiento seguirá estando presente en el horizonte del acontecer humano, pero, cada persona, asiendo contra su pecho la misericordia de Dios, podrá transitar los valles de lágrimas, haciendo del dolor ocasión de redención. 

Hemos de tener presente, no obstante, que no todo dolor o pena ha de ser tenido por redentor; hay sufrimientos que definitivamente han de ser erradicados de la vida personal y del acontecer humano. La resignación no es una opción, si no lo fue para Jesús, quien camino con paso seguro y firme certeza al lugar de su kénosis –vaciamiento- en la cruz; no lo es tampoco para nosotros. 

No ha entendido el significado de compasión y misericordia en Dios, quien sigue proponiendo la resignación ante el sufrimiento como una demostración de piedad y devoción. Hay cosas que simplemente no pueden ser. 

Esta entrega de Cristo, hoy tiene que ser sugerente, motivadora y provocadora. Él es la expresión vívida de la compasión, ternura y amor de Dios que sigue haciéndose presente a través de nuestra propia entrega. 

Luego de haber sido abrazados en la compasión y misericordia de Dios, el caminar continúa, ya lejos de la desesperanza y la desolación; el sufrimiento deja de ser una “dura prueba de Dios” y se convierte en lugar y oportunidad de salvación. 

Yerko Reyes Benavides 
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(*) Algunas citas del Antiguo Testamento que hacen referencia a la Ternura de Dios: Dt 3,32; Is 40,1-2; Is 54,10; Jer 31,3; Os 11,1-4; Sal 103,1.