En nuestro Itinerario Espiritual, cuando es verdadero camino y se dan pasos conscientes de crecimiento interior, lo primero que desaparece es la rigidez del pensamiento que se vuelve permeable. Es decir, aflora la necesidad de ir más allá, siempre más allá de lo alcanzado, de lo descubierto, de lo hallado o encontrado.
Un certeza no es un punto de llegada definitivo del pensamiento, sino solamente el inicio de un nueva búsqueda; como el explorador que ha encontrado un paraje inexplorado de una extensa selva que le ofrece, por un lado la seguridad de su existencia y la incertidumbre de que se genera de la simple pregunta: ¿Qué habrá más adentro, si camino cinco pasos en aquella dirección? o ¿Con qué me toparé camino diez en esta otra dirección?
La dogmática es buena para la teología, no para la espiritualidad ya, que el alma se mueve en "frecuencia" distinta a la de la razón; a veces coincide en un punto, otras veces caminan en paralelo y la mayoría de las veces en direcciones contrarias; sino pregúntele a Cristo en la, cruz.
El Carpintero de Nazaret, en el taller aprendió a acariciar la madera de distintas formas, a darle vuelta en su manos al tronco, a mirarla desde distintos ángulos, porque sólo así podría descubrir en él la belleza oculta detrás de las capas de corteza que revisten su esencia verdadera.
Sólo en manos del artista de la madera, está encontrará la plenitud de su esencia, la razón de su existencia; así el ser humano en manos de Dios.
Sacar la corteza que recubre el alma sólo ser hará en la contemplación y la meditación de los misterios del Amor de Dios guardados en el corazón.
María de Nazaret, nos tomará de la mano, para mostrarnos el camino espiritual de la verdadera contemplación.
El Taller del Carpintero
Yerko Reyes Benavides
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