La afectación la definirá
el observador, no el objeto, que sólo tiene existencia en el reconocimiento que
hace el sujeto de este. Así, tanto sujeto como objeto se relacionaran, se reconocerán
y se afectaran, pero sólo uno de este
binomio decidirá el cómo.
La observación objetiva
es una falacia de la ciencia experimental. No hay observación sin intervención.
El sujeto siempre se verá afectado por lo que observa y lo observado recibirá consistencia
por el sujeto que lo observa.
Siendo conscientes de
esto, y saltándonos el debate metafísico, que se establece en la pregunta por
la esencia de la cosas (dejémosle momentáneamente este debate a los filósofos) vamos
a los criterios de afectación que son los que utiliza el sujeto para
relacionarse con el mundo, las cosas, la realidad, las personas e incluso Dios.
Estos criterios es el
resultado de la herencia por una parte (en la cual el sujeto no interviene) y
por otra, y la más importante el aprendizaje. Esto nos permite dejar colar una
observación: si es aprendido, puede ser desaprendido y, a partir de ahí “construir”
un nuevo criterio de observación o afectación.
En el Taller del
Carpintero venimos no remedar las patas rotas de la silla en donde se asienta
nuestra alma, sino a cambiar de plano los sustentos, mejorando la calidad de la
madera, cambiando incluso el tiempo de madera, corrigiendo los desperfectos,
lijando las asperezas, cepillando la pintura vieja, para poner un barniz nuevo
y lustroso.
Todo tiene su consistencia
inherente a su esencia, decíamos. Pero la forma en cómo influyan en nosotros
los objetos –realidad- será decisión nuestra. La vida será bella como un paraíso
aun en medio de un desierto; o un infierno aun en medio de un osáis, dependiendo
de los criterios seleccionados para relacionarnos con la realidad.
Razón tenía aquel viejo
adagio que reza:
“No te lastima quien quiere sino quien puede”
No eres el resultado de
tus circunstancias, sino el producto de tus criterios, el constructo de tus
aprendizajes y el resultado de tus decisiones. La buena noticia es que todo eso
puede cambiar. Y gracias a Dios por el cambio, que en religión se le llama “conversión”.
Ahora tiene sentido completamente
aquella expresión con la que comienza la vida pública de Jesús descrita en el
Evangelio de San Juan:
“Conviértanse porque ya está cerca el Reino de los Cielos”.
Para decirlo más claro
y que no queden dudas en tu interior.
Si tus criterios son oscuridad,
todo a tu alrededor será noche, desolación y tristeza, aun siendo pleno día.
Por el contrario si tus criterios son luz, todo a tu alrededor resplandecerá y
aparecerá ante tus ojos trasfigurado, incluso tú mismo.
Yerko
Reyes Benavides
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