Con
Flores a María,
vayamos todos a su encuentro
La
Fuchsia
La
Fuchsia es un género de
plantas de flor de la familia de las Onagraceae, dentro del orden “Myrtales”.
Recibe su nombre en honor del botánico alemán Leonhart Fucsh (1501-1566). Mayormente
son arbustos, con unas 100 a 110 especies de flores. También se les conoce por
el nombre de fucsias, aretillos, pendientes o zarcillos de la Reina.
La gran mayoría de estas plantas se encuentran
en Sudamérica, pero unas pocas especies llegan hasta Centroamérica y México, y
algunas hasta Nueva Zelanda y Tahití. Una especie, Fuchsia magellanica, se encuentra tan al
sur como es la Tierra del Fuego en la zona templada fría, aunque la mayoría son
de regiones tropicales o subtropicales.
La mayoría de las especies de fucsia son
arbustos de 0,2-4 m
de talla, pero una especie de Nueva Zelanda, Kotukutuku
(Fuchsia excorticata), es lo más extraordinario del género siendo un árbol
que llega a tener de 12-15 m
de altura.
La flor de la fuschia posee diversos matices o
colores: las hay con cáliz desde blanco a fucsia intenso. Las flores son
colgantes, de pedúnculos largos que las hacen mirar hacia abajo. El cáliz es
cilíndrico, con cuatro lóbulos y corola de cuatro pétalos. Tienen forma de unos
decorativos pendientes, que florecen con profusión en el verano y en el otoño,
y todo el año en las especies tropicales.
Tienen cuatro sépalos alargados y estrechos, y
cuatro pétalos cortos y anchos; en muchas especies los sépalos son de color
rojo brillante, y los pétalos de color púrpura (combinación de colores que
atrae a los colibríes que las polinizan), pero los colores pueden variar de
blanco a rojo oscuro, azul púrpura, y naranja. Unas pocas especies tienen tonos
amarillos.
Hay varias especies de fuchsia entre las que se
pueden mencionar: fuchsia alpestris; fuchsia bolivina; fuchsia corymbiflora;
fuchsia denticulada; fuchsia fulgens, entre otras muchas más.
Significado
Como muchas otras flores, a la fuchsia también se le atribuye un contenido
simbólico. Esta flor represente “el amor inquebrantable”; la pasión y la entrega incondicional.
Algunos, atribuyen metafóricamente el sosiego y la paz interior como cualidad
característica que esta flor propicia en el alma.
Propósito y Compromiso
Han sido muchas las veces que hemos coqueteado con la idea de "meditar". Hemos encontrado hoy la flor que perfuma nuestro corazón, alma y pensamiento con la idea de la meditación y a ésta le demos la importancia que merece en nuestro Itinerario Espiritual y le dediquemos algo de nuestro tiempo.
El propósito esta vez es sumamente sencillo: Meditar.
El compromiso: encontrar tiempo para hacer un buen rato de meditación; y hacer de este rato un habito.
¿Qué es meditar?
No podemos hacer algo cuyo significado desconozcamos. Se que la idea de meditar no nos resulta para nada atractiva, y la meditación está llena de prejuicios venidos del desconocimiento de su significado.
La definición más sencilla de meditar es darle oportunidad al pensamiento se concentre en un tema específico durante un período de tiempo determinado.
Por ejemplo: concentrar la mente y sus facultades intelectuales para indagar a través del pensamiento y la intuición lo que Dios quiere, de mi en este caso, o busca en mi.
¿Dónde termina la meditación?
Si, la pregunta aunque parece estar mal formulada, es la apropiada, en este caso, puesto que si la meditación es un "periodo de tiempo" ese tiempo ha de concluir en un tiempo, podríamos entender; entonces cabría la pregunta que, quizá estamos esperando sea respondida es ¿Cuándo termina la meditación?
Sin embargo, hemos de reconocer y no sin algo de vergüenza de nuestra parta que nos hemos vuelto esclavos del tiempo; siempre pendiente de su paso. Tan dependiente nos hemos vuelto de las horas de un reloj que se ha vuelto condición para todo y ya no disfrutamos de "perder el tiempo" que es "ganarlo" en otro sentido. No disfrutamos ni un rato de su ausencia.
Esto nos lleva a una cualidad fundamental al momento de meditar: olvidarnos del tiempo y sus afanes y dejarse llevar por el pensamiento: soltar los remos y divagar en la profundas aguas de la imaginación y las ideas.
Así pues, la pregunta primera es la adecuada: ¿Donde termina la meditación?:
Termina en la Oración.
Yerko Reyes Benavides
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