miércoles, 15 de julio de 2020

Los Nombres de María

- Ejercicio Espiritual

Hace ya varios años, un día me encontraba en la casa de un amigo, obispo, mas no católico, conversábamos amenamente –lo recuerdo- en su despecho. 

Era una oficina con las características propias de ser la de un clérigo, es decir, en una de las paredes, de extremo a extremo y de piso a techo, lucía esplendoroso un librero en el que se intercalaban libros con imágenes de santos, la Virgen, Jesús y otros símbolos religiosos. 

A este punto, no logro hacer memoria del tema de conversación que nos ocupaba en ese instante. Lo que no voy a olvidar es que ese día despertó en mí la curiosidad por saber más sobre la Virgen María. 

No fue lo que conversábamos lo que incitó en mí esa curiosidad, de eso estoy seguro; fue algo más, una de esas cosas que pasan de forma tan fortuita que terminan no siendo una casualidad. 

La conversación que sosteníamos aquel día se desarrollaba tranquilamente, sin embargo, se vería interrumpida abruptamente, puesto que un improvisto aparecía que necesitaba de atención inmediata  y ocuparía parte del tiempo para nuestra reunión de mi amigo . 

A la espera y  solo ya en el despacho, un café y un ponqué dispuestos en la mesa, servían para distraer el transcurrir del tiempo; recuerdo haberme levantado atraído por los lomos de los libros dispuestos con cuidado y precisión en los entrepaños de aquel inmenso librero. 

De más está decir, que soy de esas personas que sienten un delicado placer al vagabundear por los títulos de los libros; tomarlos entre las manos, abrirlos y antes de ocupar los sentidos en el contenido, oler su peculiar fragancia, una que despierta a la imaginación antes que al intelecto. 

Ocupado en este menester de ir saltando de tomo en tomo, el título de un libro detuvo mi alegre brincoteo: Mil y un nombres de María Virgen. ¡Qué nombre para un libro! ¿De qué tratará? Fue lo que pensé en el momento. No lo iba a dejar pasar; directo al índice. Evidentemente se trataba de lo que el título ofrecía desde la portada: más de 1001 nombres –advocaciones - con los que se reconoce a la Madre de Dios.


Al principio, llamativa me resulto la información proporcionada por el libro en cuestión; tanto como para volver sobre el poco de café que aún quedaba y sentarme a hojearlo, sólo para caer en cuenta lo poco que sabía de María Madre de Jesucristo, nuestro Señor. 
Nuestra Señora del Carmen, Nuestra Señora de Fátima y también de Lourdes; Guadalupe y Akitá; Reina de la Paz y Madre de la Consolación. Dolorosa, del Socorro y Auxilio de los cristianos. Nuestra Señora de los Colores y también de la Sonrisa. Inmaculada Concepción y Corazón Inmaculado; Rosa Mística, Madre de Gracia, Chiquinquirá, Coromoto y Asunción. La Bella, las de las Cuarenta Horas y de los Pobres, Desata Nudos; Macarena. Nuestra Señora de la Luz, de la Sierra y la Cuevita. Nuestra Señora de los Remedios, la Salud y las Virtudes. Nuestra Señora de las Cruces y de las Angustias Coronada. Virgen de la Pobreza, Madre de la Esperanza y de la Caridad. Madre de la Regla y también Madre de la Leche. Virgen de la Nube, de El Cisne y el Panecillo. Nuestra Señora del Buen Aire, del Mar y del Pilar… la lista se hace larga, y al hacer este brevísimo repaso, garantizo que no se detiene al llegar a los mil y uno. 
Fue un desafío sólo leer el índice y una vergüenza descubrir que de todos esos nombres sólo reconocía algunos pocos –te aseguro, menos de los que probablemente tú has podido reconocer en esta pequeña muestra. 

No fue lo extraordinario del libro o lo novedoso de su contenido lo que lo fijó en mi memoria, sino lo que representó en mi relación con la Virgen María. 

Jesús en el Evangelio nos dice e impele: “busquen y encontrarán... porque todo el que busca, encuentra” y no es una obviedad, pues algunos ya dejaron de buscar y otros ni si quiera han comenzado o al menos lo han intentado. Sin embargo, esta máxima de Jesús, cuando de la Virgen se trata tiene otro matiz. 
Andaba buscando, sin saber qué, más cuando te encontré, supe que eras tú quien me andaba buscando, pues de mí te dejaste encontrar; Madre querida. 
Esta ha sido la característica que ha definido mi relación personal con la Santísima Virgen María, mi Dulce Muchacha de Nazaret. 

Para finalizar, te confieso que tuve la tentación de dejarte una lista de preguntas, tipo tarea, pero las quité de un plumazo, pues mi intención no es decirte qué pensar, sino que tú, amigo mío, salgas a buscar. 

Yerko Reyes Benavides

No hay comentarios.: