miércoles, 8 de julio de 2020

Bienaventurado serás...

Bienaventurado serás si te agachas para entrar en la cueva de Belén y así ver a Jesús, hijo de Dios, en un pesebre, envuelto en pañales (Lucas 2, 1-20). 
Ternura de Dios, hecha carne de mi carne, acaricia mi corazón.
Bienaventurado serás si dejas que te cargue Jesús sobre sus hombros, te rescate de las tinieblas del pecado y te lleve a su rebaño. Él conoce sus ovejas y las suyas lo conocen. (Lc 15,4-6). 
Ternura de Dios, hecho Buen Pastor, carga mi corazón.
Bienaventurado será si te dejas perdonar por Jesús, quien nunca te condena. Su mano toma la tuya y te levanta para invitarte a no pecar más y seguirlo de cerca (Jn 8). 
Ternura de Dios, hecha perdón y misericordia, acaricia mi corazón.
Bienaventurado serás si te alimentas del pan y vino hechos carne y sangre de Jesús para la vida del mundo (Jn 6). 
Ternura de Dios, hecha alimento de vida eterna, nutre mi corazón.
Bienaventurado serás si dejas que Jesús fije su mirada en tus ojos y así sentir el amor tan grande que tiene (Mc 10, 17-20). Su mirada de cielo te recordará tu vocación, tu tierra y tu destino. 
Ternura de Dios, hecha mirada amorosa de Jesús, fija tus ojos en mi corazón.
Bienaventurado serás si sacias tu sed de la única agua que puede dar la vida eterna. No volverás a tener sed y de tu corazón saldrán ríos de agua viva (Jn 4, 10-15)


Bienaventurado serás si regresas a la casa del Padre y experimentas el abrazo de amoroso de quien te siempre te espera incondicionalmente (Lc 15, 20). 
Ternura de Dios, hecha acogida, abrazos y besos por el hijo perdido y encontrado, sana mi corazón.
Bienaventurado serás si escuchas y contemplas las lágrimas de Jesús por ti, porque no vives cómo Él quiere, porque "estás muerto". Él te quiere resucitar como a su amigo Lázaro (Jn 11,35). 
Ternura de Dios, hecha lágrimas de amor profundo y sincero, riega con tu amor mi corazón.
Bienaventurado serás si con humildad dejas que Jesús te lave los pies, te quite el polvo del camino y te enseñe la lección del servicio (Jn 13, 4-10). 
Ternura de Dios, hecha esclavo por amor a los hombres, haz mi corazón humilde como el tuyo.
Bienaventurado serás si avanzas hasta la cruz para contemplar a un Dios humillado, fijado en una cruz, cargando con los pecados del mundo (Jn 19). 
Ternura de Dios, hecha pecado por amor y salvación mía y la de todos los hombres, salva mi corazón.
Bienaventurado serás si permaneces bajo la cruz para recibir de Jesús el regalo más hermoso de un hijo: "He ahí a tu Madre"(Jn 19, 26). Sí, bienaventurado serás por siempre porque quien acoge a la Madre en su casa y en su corazón tiene asegurado el cielo. 
Ternura de Dios, hecho don precioso de la Madre, lleva mi corazón siempre a María y por ella a Jesús.
Por: P. Guillermo Serra, LC 
Fuente: la-oracion.com

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