Comienza mi jornada, Jesús. Ha habido un poco de descanso.
Te confieso: trato de juntar ánimos, puesto que enfrentarme a lo cotidiano me cuesta; en el fondo no lo deseo, seguir en lo mismo de cada día, creo que en ello pierdo el sentido y el propósito de mi existir, me detengo y a veces me estanco, no crezco.
Escucho fuerte tu voz resonar en lo profundo de mi corazón:
“Sean uno conmigo y con Dios”.
Cada día es un lienzo en blanco donde se plasman los trazos de una vida vivida en amor a ti, a mí y a mis hermanos: Unidad en el Amor.
Este sentido de pertenencia y camino de crecimiento se diluye con frecuencia en lo cotidiano; la rutina lo limita, lo encierra y detiene.
¿Qué hay de bueno en repetir una y otra vez lo de cada día? Siento que no avanzo.
Camino en círculos, me desgasto en lo que no me conduce a parte alguna; y quizá sea por eso que me ahogo en la sensación de tu ausencia.
Señor Jesús, hoy no me dejes caer en “la tentación” de ausentarme; de no verte en el horizonte de mi día, y con ello caer de nuevo en hacer de esta jornada una más de tantas, entre otras, que no me llevó a ninguna parte.
Mi corazón, Señor, palpita con fuerza en el anhelo de llegar al lugar que tú mismo has preparado para mí: espacio de unidad y plena integración; hogar de mi alma, grandeza de mi espíritu, paz de mi corazón, tranquilidad de mis pensamientos, grandeza en mis sentimientos; entrega de mi vida; donación.
Aléjame de toda tentación, y permite que me concentren en este día en lo que es verdaderamente importante: tu gracia me urge, Jesús.
Amén
Yerko Reyes Benavides
No hay comentarios.:
Publicar un comentario