“Tenemos derecho a sufrir pero no a sucumbir al sufrimiento"
En este escrito no quiero hacer un análisis exhaustivo
del pensamiento místico de esta niña que aprendió a Amar a Dios y en Dios a su
prójimo en la más contradictoria circunstancia, donde el amor era prácticamente
un imposible.
Sabemos de los horrores vividos por los judíos en los
campos de concentración Nazi. Otra época, una generación distinta a la nuestra.
Pocos testigos van quedando del Holocausto, y la memoria en el ser humano
tiende a ser corta.
Decía un escritor muy reconocido:
“Quien olvida su historia tiende a repetir sus errores”.
Estamos prontos a conmemorar los setenta y cinco años de la
muerte de Etty Hillesum en las cámaras de gas. Aprovechamos el legado que nos
dejó a través de sus escritos de profundo contenido místico y espiritual para,
hacer una mirada retrospectiva, que nos permita reavivar el “espíritu de vida
plena” con el que ella pretendía vivir su vida una vez finalizado aquel espanto.
Si, en ella había la convicción no sólo que terminaría
aquella pesadilla, sino que ella permanecería para decirnos a los que no la
vivimos cómo aprovechar el regalo de la existencia: don de Dios y, también,
cómo seguir colaborando con él, “construyendo en cada corazón una morada para
ser habitada por su divina presencia”.
Quizá hoy no vivamos el terror de aquellos días de
mediados del siglo XX, sin embargo, el olvido se apodera de nosotros, y
repitiendo vamos la deshumanización de otrora con nuevas formas de
padecimientos, nuevos horrores de indignidad, y lo peor, nos vamos volviendo
indolentes ante el sufrimiento de tantos.
Dejemos que sea la pluma de Etty quien nos guíe, pero más
su corazón candoroso de amor de Dios el que nos anime a encontrar alegría de
vida aun en las más difíciles situaciones:
“La vida es una cosa grande y maravillosa, después de la guerra tendremos un mundo enteramente nuevo que construir, y a cada nueva exacción, a cada nueva crueldad debemos oponer un pequeño suplemento de amor y de bondad que hay que conquistar en nosotros mismos…”
¿Qué ha pasado con el mundo que soñaste Etty querida?
¿Acaso hemos logrado erradicar con amor y bondad la crueldad que presente está
en el corazón de los hombres? La vileza, la canallada, la bajeza no ha
terminada, súbditos tiene por doquier. La crueldad se ha hecho sistema y se ha
instalado como estructura: muerte deja a su paso. El humano no aprende.
Tienes razón, esperamos muchos de otros, sin embargo el
regalo de la Paz no viene del cielo, sino que nace y brota en el corazón de
cada hombre. Es decisión y determinación de cada uno hacer el trabajo de conquistarla
primero en nosotros; vencernos a nosotros mismos será nuestro gran desafío.
“Tenemos derecho a sufrir pero no a sucumbir al sufrimiento. Y si sobrevivimos a esta época indemnes en cuerpo y alma, el alma sobre todo, sin arrugas, sin odio, tendremos también algo nuestro que decir tras la guerra…”
¿Qué nos quisiste decir Etty? El sufrimiento será un
compañero de peregrinar mientras vivos estemos. Lo entendí, más qué difícil es
decidir “no sucumbir ante el peso que éste pone en nuestra espalda” Pero será
juste ese el crisol que nos deje libres de odios, deseos de venganza, revancha:
pureza de alma para revestirnos de un “nuevo hombre” uno más humano que a Dios
lleve en sus entrañas.
“Quizá soy una mujer ambiciosa: ya me gustaría tener mi algo que decir… Sé que los que odian tiene para ello buenas razones. Pero, ¿por qué deberíamos escoger siempre la vía más fácil, la más trillada?”
Es que la vida feliz que nos dibujaron es la que llega
sin esfuerzo; el sacrificio la condición que aleja al hombre de tal estado
ideal.
¡Qué contradicción nos plateas, amiga del alma!
Escoger lo difícil. Son pocos los que lo han hecho. Y uno de ellos
fue a quien tú describiste en la penumbra de aquellos días aciagos. Ayúdame
querida a también hoy descubrirlo para mí.
“En el campo sentí con todo mí ser que el menor átomo de odio añadido a este mundo lo hace aún más inhospitalario. Y creo, con una ingenuidad pueril tal vez, pero tenaz, que si esta tierra se vuelve algún día algo habitable por poco que fuere, será sólo gracias a ese amor del que hablaba antaño el judío Pablo a los habitantes de Corinto en el decimotercer versículo de su primera carta”.
Etty Hillesum:
1914-1943
En el Amor habrá redención y este mundo podrá ser una vez
más un paraíso para el ser humano y todo cuanto hay en él.
Yerko Reyes
Benavides
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