Oración
de la Mañana
Señor
Jesús, comienza el día; despertar y no agradecerlo es pasar por alto que la
vida es un don que Tú nos das, regalo de tu bondad.
Permítenos
Señor, ser ante todo donación, entregar
pródigamente la gracia que de Ti recibimos, hacerla sentir en el corazón de los
demás: mis hermanos; al próximo que necesita un signo sensible de tu compasión.
Hoy
quiero en todo ser armonía y paz; sosiego y calma para el corazón de aquellos
que buscan entre el agobio de lo cotidiano tu rostro.
Algunas
veces, también yo me pierdo entre los quehacer, y las dificultades me hacen
perder la calma. Afano y brego por lo intrascendente, me agoto en lo pasajero;
hoy en tu amor será diferente, Señor; puesto que Tú serás la divergencia, que
haga de este día un día de bendición.
Quédate
conmigo desde el comienzo desde el mismo instante del amanecer y, no me falte
del Espíritu su moción para que en mi rostro se note tu presencia, Señor.
Amén.
Oración de la Noche:
¡Qué pocas veces, Padre acudimos a ti en la oración!
No nos es familiar que los labios pronuncien tu
nombre. Mas Tú eres el artífice de
nuestra existencia; a ti la vida debemos, no estaríamos en el mundo si no fuera
porque en tu inexpugnable voluntad así, en la eternidad lo decidiste.
Con tu Hijo, Padre, hay más confianza, incluso un
sentimiento de camaradería; puesto que en Él encontramos semejanza.
Él conoce los secretos más íntimos de una humanidad que, acogió para sí, y así, con nosotros, uno en todo caminó en el mundo; levantó con sus pies el polvo de los senderos que recorrió, y su sudor quedo en la vera del camino; signo indiscutible que al mundo llego mas en él no se quedó sino que lo trascendió.
Jesús, Padre, nos comprende mejor. Al menos ese
sentir inconsciente, mueve nuestra inconsistente oración de cada día. Pero
henos aquí, esta noche contándote lo que no solemos, hablando del Verbo Divino
que por ti nos redimió.
Has que esta noche acontezca nuevamente el milagro y
que por tu Hijo, encontremos en ti sosiego; regazo para nuestro descanso.
Recibe pues esta súplica nocturna. Es una petición
que brota del corazón que, anhelante está del tuyo y de él se quiere prendado
quedar ahora y para siempre.
Yerko Reyes Benavides
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