Oración
de la Mañana:
Buenos
días Señor.
Despierto
y me levanto, no soy el primero en dejar el lecho del descanso y entregarme por
un instante a la oración, con la intención de hacerte presente. Ya el sol hace
rato despuntó el cielo, pero el día no comienza en mi sin que tu luz despierte
mi alma y sentir en ella que en mi jornada Tú serás mi compañero de brega.
Día
de gracia, bendición eres Tú y por eso te consagro mi jornada antes que lo cotidiano
me absorba y la atención me robe y distraído ande de tu cuidado.
Sólo
en este breve instante de oración matinal, mi alma encuentra el ánimo para
emprender la actividad diaria y en ella no se pierda la confianza de tenerte en
cada instante; ya que aunque buscándote siempre esté, el mundo y sus
pretensiones atrapan en ocasiones mi atención.
Cúbreme
con tu bondad y que en este día lo más importante sea en todo agradarte puesto
que en tu amor me quiero mover.
Amén
Oración de la Noche:
Llegamos al final de este día, Señor; y al igual que al despertar, nuestro anhelo es contemplar tu rostro, verte y en tus ojos encontrar la mirada complaciente que muestra que te sientes agradado del trabajo por nosotros realizado; del testimonio dado; de la palabra otorgada: coherente a amor que Tú mismo infundes por medio del Espíritu Santo en nuestro corazón.
Si no fue así y, si en algo fallamos, puesto que humanos somos, nada perfectos, más que en la intención y el camino a serlo, tal como “Tú y el Padre” lo son: Perdónanos, Señor.
El “espíritu esta pronto” y hasta, de tanto en tanto, bien dispuesto, sin embargo, nuestra atención a veces se dispersa, se disipa y también se diluye en las cosas efímeras del mundo.
Compréndenos, tennos paciencia, y permítenos que con el sueño al que ahora nos entregamos, confiados en tu generosidad, renovemos la capacidad interior de concentrarnos para así vivir inmersos en todo momento: noche y día en el Reino; tu Reino de Justicia, Paz Libertad y Amor.
Amén.
Yerko Reyes Benavides
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