jueves, 22 de agosto de 2019

Devenir

No te conocía y no hacía falta que lo hiciera,
una vida de ti ausente hubiese sido vivida
sin dificultad ni culpa.
No fue mi deseo ni tampoco mi intención,
tuyo fue el motivo y también la decisión
que yo a ti te conociera,
y de tu vivir mi existir prendado quedara.

Llegaste sin mucha ostentación
y no fue de la mano de la religión;
sutil fue tu entrada
a la morada de mi conciencia,
hiciste de tu gusto el mío
y poco a poco el mío al tuyo se fue rindiendo.

No te andaba buscando
ni tampoco de ti estaba necesitando
me paseaba cómodo, aunque ofuscado,
por los parajes de una humanidad que estaba descubriendo;
más fuera de mi mismidad la estaba pretendiendo
y apareciste, llegaste y me llevaste adentro
donde lo divino con lo humano
se están siempre encontrando.

Me alcanzaste en la hora de la juventud,
sabías que en mi interior había una inquietud,
fue el sueño de un hombre nuevo
el que a ti a mi te trajo y el que a ti mí me llevó;
fuerte fue tu palabra,
más que la de cualquiera;
el eco de tu voz en mi resonó
y mi utopía en esperanza se transformó.

A la hora sexta de este vivir que me has dado
vuelves a tocar sereno y confiando;
a las puertas de mi conciencia
escucho claramente el sonido de tu voz:
“no pierdas más el tiempo
entre razones y argumentos
déjate llevar por el amor y su locura
y hallarás lo que siempre has estado buscando
lo humano que hay en ti
lo que te hace ser en mi
y le da sentido a este tu existir”

Este amor que me has mostrado
no estaba antes contemplado
en el escenario de un vivir desesperado.
Y ahora que al fin lo conocí cuando en mi te descubrí
no puedo más estar sin ti.

Llévame hasta el ocaso de este vivir
donde sea haga pleno por ti mi existir;
que mis ojos puedan ver el último amanecer,
que resplandezca para siempre en el horizonte
este hombre nuevo,
que contigo y por tu amor he venido siendo.
-Amén-

Yerko Reyes Benavides

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